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Mano paralítica

Parálisis espásticas

Su origen se halla en lesiones del sistema nervioso central. A este grupo pertenecen los paciente afectos de parálisis cerebral generalmente congénita o connatal. Por regla general requieren tratamientos ortopédicos, fisioterápicos y psicoterápicos continuados, organizado por equipos especializados en estos pacientes.

El tratamiento quirúrgico tiene su papel en:

la prevención actitudes viciosas
facilitar la fisioterapia
facilitar la prehensión en el miembro superior y la deambulación en el inferior.
Los procedimientos quirúrgicos ortopédicos más habituales son las tenotomías, alargamiento o acortamiento tendinosos y transposiciones musculares.

Hay que resaltar dos conceptos en la mano espástica :

Si se busca una función debe haber un cierto grado de movilidad activa voluntaria.
Otra indicación aceptada es intervenir manos por estética o higiene, aunque no se consiga función motora.
Otro gran grupo de parálisis espásticas lo forman las hemiplejias de los adultos, generalmente por accidente cerebro-vascular. El tratamiento de estos pacientes es esencialmente neurológico y fisiotérapico.

Parecidas consecuencias, repercusiones funcionales y tratamiento tienen las secuelas de traumatismos craneoencefálicos.

Parálisis flácidas

Entre ellas destacamos las post-poliomielíticas (polio) que afortunadamente y gracias a las vacunas, en los últimos veinte años están casi desaparecidas en España. En la actualidad las más frecuentes son debidas a lesiones de los nervios periféricos o consecuencia de lesiones del plexo braquial del adulto, generalmente post-traumáticas. O de lesiones obstétricas del plexo braquial en el recién nacido.

Las parálisis en el miembro superior suponen un grado de incapacidad importante, directamente relacionado con la pérdida funcional sensitiva y motora que cada nervio produce.

Se describen 3 medidas que deben instituirse desde el principio :

Preservar la posición funcional (o la posición articular pérdida) mediante férulas pasivas o activas (elásticas) que eviten posiciones viciosas.
Movilización pasiva para mantener el recorrido máximo de movimiento en cada articulación afectada.
Protección de las zonas sin sensibilidad por el peligro que suponen heridas o quemaduras en zonas anestésicas.

El tratamiento ideal de las lesiones de los nervios periféricos es la conexión de los cabos nerviosos mediante la sutura de los mismos (neurorrafia) o si ésta no es posible mediante injertos nerviosos. En casos especiales debe recurrirse a la conexión del cabo distal mediante un nervio (o parte de él) distinto. Esta técnica se llama neurotización. Existen diversas variantes que se aplican especialmente en las lesiones del plexo braquial.

Cuando la reparación nerviosa directa no haya dado resultado se recurre a la cirugía paliativa. Con transposiciones tendinosas sustitutivas, se pretende devolver el movimiento perdido por la acción de un músculo inervado al cual se le ha cambiado el punto de aplicación de su tendón.